lunes, 10 de agosto de 2009

La Kuki

Llegó a la casa donde yo vivía con mis papás hace muchos años. La criamos desde los 15 días, a punta de cariño y perseverancia, y patitos con leche sustituta perruna. Fuimos las mejores amigas, ella con su cara de loca y sus ojos medio desorbitados me acompañó en mis primeras divagaciones juveniles.
Nuestra amistad terminó abruptamente: primero se quebró la confianza cuando un día me mordió dejando una cicatriz de por vida, en la nariz y en el alma. Pero el quiebre definitivo vino cuando me casé: nunca mas me dirigió una mirada ni un gesto amable. Desde ese momento me despreció dejando claro que ella cortó conmigo para siempre: yo dejé de ser su ama el día que salí de la casa.
Con su forma de ser, en vez de sumar amigos se ha ido ganando enemigos, y hasta los demás perros de la casa la marginan o la molestan incesantemente, sin tener ningún respeto por sus canas, ni por la jerarquía que ella debería tener dentro del grupo.
A pesar de todo eso la quiero y tengo buenos recuerdos en los que ella está presente. Además aparece en el cuadro - collage de perritos queridos que tengo en un muro de mi casa.
Hoy supe que la Kuki tiene cáncer y que pronto nos va a dejar. Lamentablemente no hay nada que hacer por ella y será necesario ayudarla a descansar.
Linda perrita. No estarás sola en ese momento crucial en que cierres tus ojitos. Te acompañaremos y te acariciaremos hasta que te vayas y después, no te olvidaremos.

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