martes, 8 de septiembre de 2009

La cucaracha....

Hace un par de meses, fui con mis compañeros de trabajo a almorzar a uno de esos típicos locales donde dan colaciones, ubicado en Enrique Foster casi llegando a Apoquindo. Ibamos por primera vez con la esperanza de encontrar un lugar donde pudiéramos almorzar comida decente ya que estábamos hartos de sandwiches y ensaladas desabridas. 
 
Estábamos en lo mejor haciendo la fila, varios de mis compañeros ya estaban con sus platos en las bandejas, cuando de repente veo en el mesón de las ensaladas la mas asquerosa y brillante cucaracha, paseando patudamente entre los platos con las entradas.   Nadie mas la había visto.  Reprimí la expresión de asco y en mi fuero interno sopesé durante los treinta segundos que me daba la situación, si debía decirlo o quedarme callada...
 
Si lo decía, iba a dejarlos a todos sin almorzar, ni en ese local ni en ningún otro (dada la sicosis de asco general que se iba a generar)
 
Si no lo decía.... mmmm. ¿qué más podía pasar si no lo decía?
 
Así que en ese minuto, presionada por las circunstancias, tomé la decisión de quedarme callada. 
 
Casi no probé mi almuerzo, convencida de que estaba haciendo lo correcto, permitiendo que los demás almorzaran beneficiados por ese dulce estado de ceguera cognitiva en el que se encontraban. 
 
Después de unos días, les dije que nunca más podríamos ir a ese local, y tuve que contar lo sucedido: craso error, hasta el día de hoy no me bajan del columpio.  Por lo menos se lo tomaron con humor, aunque igual adivino en algunas personas una doble lectura como:  "puta que soi paleteá" 
 
Moraleja 1:  Hay cosas que es mejor callar hasta la muerte.
 
Moraleja 2:  Nunca tomar decisiones bajo presión.
 
Moraleja 3:  No almorzar en Enrique Foster con Apoquindo.
 
 
PD.: Este tema me resulta tan asqueroso que ni siquiera pude poner una foto.  Guácala.
 

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