lunes, 5 de octubre de 2009

Enamorada...


Estoy viviendo un idilio como de película.


Se trata de un amor eterno, decidido, capaz de luchar contra cualquier cosa, de cruzar abismos si es necesario.  Ciego, incondicional e infinito.


El es de lo más romántico:  me despierta cada mañana con besitos en los ojos, escoge de su plato los bocados más tiernos y me los da en la boca, me mira con adoración y como si fuera única en el mundo. 


Su sonrisa me desarma.


No tengo ninguna duda de que soy la persona más importante para él, sin embargo, sé que llegará el día en que se vaya con otra, aunque aún así mi lugar no lo ocupará nadie.  Por ahora, siempre busca mi mano y quiere que lo acompañe a todos lados.


Nos miramos... y no necesitamos hablar porque hay un lenguaje secreto de códigos que solo él y yo entendemos.


Cuando tenemos que separarnos, mi corazón se rompe con sus lágrimas, pero nuestras mentes siguen conectadas.


Nos adoramos, nos buscamos, nos necesitamos.  Ya no estoy completa si él no está presente, ya es parte de mí.


El tiene un año y medio y su nombre es Santiago.

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