jueves, 3 de diciembre de 2009

Recuerdos de almacén

Existen locales de comida, que se agarran de los recuerdos que todos tenemos, de la pieza de la abuelita, donde colgaba un Sagrado Corazón, junto a las fotos en blanco y negro en contraste al papel mural floreado, de abuelitos yendo a comprar el pan al almacén cuyos letreros fueron pintados a mano sobre espejos, donde se vendía "pilsener" y pasta de dientes "Odontine", de la leche asada hecha en casa, con ese sabor tan particular que pocas veces he vuelto a probar, de los pañitos tejidos a crochet, del olor a colonia Monix o Flaño, del cajón de los dulces.  De los tiempos con tradición.
 
Hay lugares que pretenden vendernos la misma idea de esos recuerdos valiosos, apelando a nuestro fuero más íntimo, tratando de rescatar el aire de esos tiempos de abuelitos, para luego doblarles o triplicarles el valor comercial.   Es una venta de pomada, para el que quiera comprarla. 
 
Este también es el caso de cierto "emporio" que imita al almacén del barrio donde crecí, sólo que está ubicado entre los edificios del barrio El Golf.  No me gusta que pretendan revenderme los recuerdos que ya me pertenecen.
 
No compro lo que siempre ha sido gratis.

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