lunes, 16 de noviembre de 2009

Metros cuadrados

Al final, resultó lo tan anhelado, y me estoy comprando mi departamento. 
Por fin. 
Mi casa, mi hogar, nuestro nido y refugio, y en el lugar que yo quería. 
He recorrido mucho para llegar hasta aquí. Ha pasado mucha agua bajo el puente.   Mucha.
 
Estoy en la etapa de pensar y proyectar cómo lo voy a decorar, porque quiero que se vea bonito.   En realidad, quiero que se vea muy bonito.  Y aquí es donde topamos:  el departamento es pequeñito, por ende, tengo que deshacerme de algunas cosas. 
 
Como estuve estudiando la oferta inmobiliaria, me han surgido varias interrogantes.
 
Los arquitectos proyectan viviendas mínimas y no presupuestan que una familia necesite mantener una serie de cosas en casa:
 
- Las bicicletas de los niños
- Los juguetes
- Los libros (que tengo muchos y no estoy dispuesta a eliminar ninguno)
- La ropa de invierno (o verano, según la época)
- ¿Dónde suponen que uno tienda la ropa?  ¿En esos cuartitos que patudamente llaman "logia"?  
 
Gracias a Dios, ahora las fotos se pueden guardar en un pequeño adminículo llamado disco duro, que casi no ocupa espacio, pero  ¿Y dónde se guardan los recuerdos?   ¿El disfraz de Sportacus? ¿Los dibujos del jardín infantil? ¿Los cuadernos con que aprendieron a escribir? ¿El primer par de zapatos? ¿El trajecito de la clínica? ¿Los santitos de primera comunión? 
 
Señores arquitectos:  Las familias construyen historia, ¿sabían?   Y esa historia a veces se tiende a olvidar cuando los niños crecen, si no hay una flor prensada en un libro que te recuerde tu primer día de la madre.
 
¿Cómo esperan que una familia viva en un departamento piloto de 40 o 50 metros cuadrados?   ¿Cómo se les ocurre meter tres dormitorios y dos baños, a la fuerza en ese espacio tan reducido?
 
¿Ah?   ¿AAAAHHHHH?

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